Él
partió, y ella se quedó. Como si de una canción de amor se tratara, su historia
se vió entorpecida por el lastre del paso del tiempo. Este eterno enemigo.. el
tiempo.. que todo lo marchita, que todo envejece. Juega en nuestra contra yendo
deprisa en los buenos momentos y parece como si se entretuviera en los más
crudos.
En
el mismo instante de su partida, ella notó como algo se rompía dentro de sí. De
pronto se dio cuenta que tardaría días en aceptar su ausencia, meses en convivir con este vacío, y años en
cicatrizar su dolor. Condenada a vivir sin él, olía su perfume dondequiera que
fuera, veía su rostro en cada esquina, y sentía su presencia muy cerca. Fugitiva
de su propio destino, vagaba por las calles sin rumbo alguno. Había probado el
veneno del amor y debería vivir presa en su pasado, anclada en sus
recuerdos…